sábado, 31 de enero de 2009


¿Cómo puedes decir que no ha pasado nada? Después de todo el dolor que causaste en mi corazón. Yo quise hasta morir después de tu partida; ahora vuleves tranquilo, cuando ya se acabó el amor. Y es que sin ti, me perdí en un largo invierno, el dolor se me hizo eterno, y hoy resulta que tú... ahora, ahora dices que me amas, ahora que no queda nada, te mueres de amor por mí. Ahora, después que te lloraba ríos, después de lo que yo he sufrido, ahora por fin, ahora sabrás lo que me hiciste vivir. El día que te fuiste conocí el infierno, el frío, la soledad, el miedo a volver a amar. Y es que sin ti, cada noche fue un tormento, cada día un nuevo intento por arrancarte de mí. Ahora, ahora dices que me amas, ahora que no queda nada, te mueres de amor por mí. Ahora, después que te lloraba ríos, después de lo que yo he sufrido, ahora por fin, ahora sabrás lo que me hiciste vivir. Cuando esa lluvia me golpeaba en la ventana no podía dormir, te esperaba, buscaba tu cuerpo, tu olor, y sumida en un mar de dolor... ahora, después que te lloraba ríos, después de lo que yo he sufrido, ahora por fin, ahora sabrás lo que me hiciste vivir.

viernes, 30 de enero de 2009

Que te llamo, que no olvido y no puedo estar sin ti. Que me estoy volviendo loca desde que no estás aquí. Que yo nunca encontraré mis deseos de vivir. Y tú piensas que yo muero, pues ya ves que no es así. Rompí tus fotos cuando te marchaste de aquí, quemé tus cartas y no volví a pensar en ti. Y me reía escuchando a tus amigos decir que a todo el mundo le estás preguntando por mí. Pasé las noches enteras bailando sin ti. Ya no me duele tanto que tú no estés aquí. Ya no me importa lo que pienses de mí. No creas que el mundo no gira sin ti. Ya no estoy loca por volverte a ver, ya no paso por tu casa, ya no llamo para ver si acaso estás ahí. Ya no estoy loca por volverte a ver, y me dicen mis amigos que he cambiado, que yo estoy mejor sin ti. Ya no me acuerdo por qué me fijaba yo en ti, ya mi teléfono vuelve a tener su ring ring. Ya no hace falta llamarte, ya me convencí, que ya no duele tanto que tu no estés aquí. Y ya no me importa lo que pienses de mí. No creas que el mundo no gira sin ti. Ya no estoy loca por volverte a ver, ya no paso por tu casa, ya no llamo para ver si acaso estás ahí. Ya no estoy loca por volverte a ver, y me dicen mis amigos que he cambiado, que yo estoy mejor sin ti. Ya no paso las noches pensando que era yo quien te estaba fallando. Ya no tengo que estar esperando, porque el teléfono por mí está sonando. Y aunque te sigo, ya me has visto, ya me convencí, que no podía estar contigo, no eras para mí. Y si tú sigues convencido que lloro por ti (el ritmo, el delirium cantará para ti). Pasé las noches enteras bailando sin ti. Ya no me duele tanto que tú no estés aquí. Ya no me importa lo que pienses de mí. No creas que el mundo no gira sin ti. Ya no estoy loca por volverte a ver, ya no paso por tu casa, ya no llamo para ver si acaso estás ahí. Ya no estoy loca por volverte a ver, y me dicen mis amigos que he cambiado, que yo estoy mejor sin ti.

Cuando te vi comencé a temblar,
no soy muy buena en disimular.
Se me notó que gusté de ti.
Eras alguien que se me acercaba,
eras alguien que me conquistaba.
Hace unos años no era común
que se me acerque alguien como tú.
Muñeco, mirá la situación,
no estoy sola,
hace tiempo salgo con alguien
que me espera en casa.



Nueva tentación para mi hambriento corazón.

No voy a ser tu galán fue la primer cosa que yo pensé. Traté de ser natural y en mi nerviosismo me traicioné. Algo se apoderó de mí, y te agarré, nos escapamos de la mano corriendo, a tirarnos y abrazarnos por ahí. Amanece junto a mí.




Tal vez lo que recuerde de ti
sea la primera vez que te vi.
Inicialmente te lo advertí,
tengo a alguien que ocupa un lugar importante,
haz llegado tarde.
Soy un timador
que se disfraza de señor.
Piensa mal de mí,
pero yo lo hago por amor.

lunes, 26 de enero de 2009

martes, 20 de enero de 2009

Sus holgados pantalones tenían más parches y remiendos que tela original. Estaban precariamente sostenidos por dos tiras de tela que hacían las veces de tirantes, terciadas sobre una vieja y descolorida playera en la que también predominaban los parches y los remiendos. Calzaba un par de zapatos del llamado tipo "minero" que evidentemente habían pertenecido a un adulto. Pero lo más característico de su atuendo era la vieja gorra con orejeras, las que en tiempo de frío le debían haber sido de no poca utilidad, pero que, cuando lo conocí, en pleno verano, no hacían sino acentuar lo grotesco de su figura.
-¿Grasa, jefe?- me había preguntado mostrando el cajoncillo de limpiabotas. Y yo estuve a punto de responder que no, ya que mis zapatos se encontraban en bastante buen estado, pero entonces surgió el presentimiento; ese algo que nos impele a tomar decisiones sin justificación aparente. De modo que respondí afirmativamente.
Yo estaba sentado en una de esas hermosas bancas de hierro forjado que aún se encuentran en algunos parques de la ciudad. Él se acomodó en el banquillo portátil que formaba parte de su equipo de trabajo,y comenzó a realizar su tarea con inusual entusiasmo. Entonces lo observé con mayor atención, y al instante comprendí cual había sido la razón que justificaba mi presentimiento: aquel niño era la encarnación total de la ternura.
Me costó mucho trabajo entablar conversación con él, pues era notorio que mis preguntas provocaban el natural recelo de quien está acostumbrado a recibir muy poco -casi nada, diría yo- de los demás.
-¿Cómo te llamas? -le pregunté.
-Pus da lo mismo, ¿no?
-¿........?¿Qué es lo que da lo mismo?
-Que me llame como sea. De cualquier manera todos dicen que soy el Chavo del Ocho.
-¿Cuál es tu edad? -seguí preguntando.
-Mi edad son los años que yo tengo.
-Por eso: ¿cuántos años tienes?
-Ocho, creo...
-¿Dónde naciste?
-No lo puedo recordar porque yo estaba muy chiquito cuando nací.
Entonces dejé correr una pausa intentando que fuera él mismo quien reanudara la conversación, pero resultó evidente que su timidez le impedía hacerlo. Por tanto, yo también interrumpí el interrogatorio.
Le di una buena propina cuando terminó de lustrar mis zapatos. Eso hizo que acudiera a sus ojos un brillo que antes había estado ausente, y que se pusiera a bailotear al tiempo que exclamaba:
¡Con esto me puedo comprar una torta de jamón... o dos... o tres!
Y luego, pronunciando un rápido y entusiasta "gracias", levantó ágilmente sus arreos de trabajo y se lanzó corriendo a la calle, donde empezó a sortear el intenso tránsito de automóviles con esa destreza que sólo tienen los niños pobres de las ciudades populosas. Luego, al tiempo que lo perdía de vista, aún alcancé a oír nuevamente las palabras que parecían mágicas "¡Torta de jamón!" Fue entonces cuando descubrí el cuaderno.
Lo había dejado a un lado de la banca del parque donde estaba yo sentado. Y resultaba fácil suponer que era propiedad del Chavo del Ocho, pues su lastimoso estado hacía juego con el propietario. Era un cuaderno corriente que mostraba con toda claridad el uso continuo a que había estado sometido. De las pastas de cartoncillo no quedaban más que pequeños e irregulares trozos manchados de grasa, polvo, sudor ¡y vaya ustes a saber qué otra cosa! Las hojas, algunas también incompletas, estaban enrolladas por las puntas y ostentaban igualmente gran cantidad de manchas de los más variados orígenes; pero en ellas estaba contenido el manuscrito más espontáneo que jamás hayan podido ver mis ojos: "El Diario del Chavo del Ocho".
La primera vez que lo leí sentí el remordimiento de quien sabe que está violando la intimidad de una persona. Pero lo leí por segunda vez y el sentimiento se fue convirtiendo en uno de inquietud, del cual pasaba después a la risa, la tristeza y el asombro. Entonces me convencí de que era necesario dar al público la oportunidad de conocer ese mundo extrañamente optimista en que se puede desenvolver un niño que carece de todo, menos de eso que sigue siendo el motor del universo: la fe.


Roberto Gómez Bolaños.



El Diario:

Yo antes pensaba que nunca había tenido un papá. Pero luego mis amigos me explicaron que eso no era posible; que todos los que nacen es porque antes su papá se acostó con su mamá. Lo que pasó fue que yo no conocí a mi papá. O sea que nomás se acostó y se fue.
A mí mamá si la conocí, pero nomás tantito. Como ella tenía que trabajar, todos los días me llevaba a una casa que se llamaba guardería, y ahí me la pasaba yo hasta que mi mamá regresaba después a recogerme. Lo malo era que la pobre llegaba muy cansada de tanto trabajar, y cuando decía que iba a recoger a su hijo le preguntaban "¿Cuál es?", y ella respondía "No sé, uno de ésos", y entonces le daban el niño que tenían más a la mano. Y claro que no siempre le daban el mismo niño.
O sea que lo más seguro es que yo no sea yo.
Un día mi mamá no pasó a recogerme. Y los demás días tampoco.

A pesar de todo a mí sí me gustaría tener una mamá. Hay tantisisísimas, que no sé por qué no me tocó alguna, aunque no fuera la mejor. Claro que hay muchas mamás que tienen varior hijos, pero hay otras que nomás tienen uno, como sucede con Doña Florinda. O sea que Quico tiene una mamá completa para él solito. ¡Y el muy tonto se porta mal y la desobedece! Y yo le digo a Quico que no sea tonto, que no la desaproveche.
También me gustaría tener un papá, pero no como Ron Damón (Don Ramón), que es el papá de la Chilindrina, porque Ron Damón pega mucho. Bueno, Doña Florinda también pega mucho, pero no a su hijo... ella nomás le pega a Ron Damón.

Ron Damón es muy bruto. Y dicen que los hijos salen igual que los papás, pero no es cierto porque la Chilindrina no es bruta. En lo que sí es igual a su papá es en lo floja; por eso no le gusta la escuela.
También me gustaría tener una tía. O un perro. O algo...
Recuerdo que hace mucho me llevaron a vivir a una casa que era un orfelinato donde todos los niños éramos huérfanos.
La encargada principal era la señora Martina, la cual siempre estaba de mal humor y les pegaba a todos los niños. A mí una vez me sacó sangre de la nariz y luego se enojó porque manché mi ropa con la sangre, y después me castigó dejándome un día sin comer. Desde entonces yo puse mucho cuidado para evitar que me volviera a salir sangre de la nariz, y la única vez que me falló fue un día que me tropecé y fui a dar contra uno como escalón que había ahí. Pero la señora Martina no llegó a darse cuenta porque me fui rápidamente a los lavaderos y lavé mi ropa. Lo único malo fue que me tuve que volver a poner la ropa cuando todavía estaba mojada. Entonces ella me preguntó que por qué estaba mojada mi ropa, y yo le dije que me había llovido. Pero ella me dijo que yo era un mentiroso, porque hacía dos meses que no llovía.
Y me castigó otro día sin comer.
En el orfelinato había un niño más grande que yo, que se llamaba Chente y que era mi mejor amigo.
Lo malo de Chente era que siempre estaba enfermo.
Y así, hasta que se murió.
A veces iban al orfelinato algunas señoras que revisaban a los niños. Luego escogían al que más les gustaba y se lo llevaban a vivir con ellas. Y yo tenía muchas ganas de que me escogieran a mí, pero siempre escogían a los más bonitos; o sea que yo nunca salí. Porque yo estaba tan feo que cuando jugábamos a las escondidillas los demás niños preferían perder antes que encontrarme.
Luego, como el tiempo pasaba y la señora Martina se iba haciendo cada vez más pegalona, yo pensé que lo mejor sería escaparme del orfelinato. Pero nunca se me ocurrió la manera de hacerlo. Esto sucedía porque yo era tonto y por lo tanto me faltaba imaginación para que se me ocurrieran buenas ideas.
Entonces ya tuve dos motivos para ponerme triste: uno, el no poder escaparme; y dos, el darme cuenta de lo tonto que era.
Y un día me puse tan triste que me solté llorando; y cuando la señora Martina me pregunto que por qué lloraba, ya no tuve más remedio que confesarle que yo me quería escapar de ahí. Entonces ella dijo: "Haberlo dicho antes", y me abrió la puerta.
Anduve caminando por muchas calles que no conocía. No eran calles muy bonitas, como las que salen en las películas de la televisión; pero tampoco eran muy feas, como otras que también se ven en la televisión.
Pero lo peor de todo era el hambre que tenía. Porque en esta vida lo más importante es comer.
Por eso me metí al mercado donde había muchisisísimas cosas de comer. Lo malo era que yo no tenía dinero para comprarlas. Entonces pensé robarme algo, pero recordé que era pecado robarse las cosas; sobre todo cuando el dueño es otro. Por eso lo que hice fue pedir que me regalaran algo, y una señora me regaló dos zanahorias. Pero lo mejor fue al día siguiente, pues un señor me regaló una torta de jamón. ¡No puede haber nada más bueno en esta vida!
Había otro señor que también era muy bueno y me daba permiso de dormir en los carros que el cuidaba por las noches. A cambio de esto yo nomás tenía que acarrear cubetas de agua para que él pudiera lavar los coches. Pero el señor era tan bueno que no solo me invitaba a mí a dormir en los coches, sino que a veces también invitaba a algunas señoritas; y hasta el mismo se quedaba haciéndoles compañía.
Un día llegué caminando hasta un callejón que estaba muy oscuro, y empecé a sentir miedo. Entonces me puse a caminar más aprisa, pero lo único que conseguí fue llegar a otro callejón que estaba aún más oscuro que el anterior, y me entró más miedo. Seguí corriendo hasta que salí a un lugar donde había un poco de luz. Era uno como terreno en el que había mucha basura y muchos desperdicios. También había perros que buscaban cosas entre la basura.
Y también había niños. Eran como ocho o nueve.
Casi todos eran de mayor edad que yo, menos dos que eran más chicos; o quién sabe.
El mayor de todos era el Mochilas. Luego me explicaron que le decían así porque hacía tiempo le habían mochado una mano. O sea que se la habían cortado una vez que se le infectó mucho. Pero le quedaba la otra mano, con la cual pegaba más fuerte que todos sus compañeros. Y por eso todos los demás lo obedecían.
Cuando me acerqué a ellos lo primero que me llamó la atención fue que uno de los niños se estaba pintando la cara. Ese niño era el Pinacate, y sabía hacer eso de aventar tres pelotitas al aire sin que se le cayera ninguna. Esto lo hacía, según me dijo, en una esquina cercana donde hay un semáforo que tarda mucho con la luz roja, lo cual hace que los carros se detengan un buen rato. Entonces él y otro niño hacían eso de aventar las pelotitas para que luego les dieran una propina. El otro niño se llamaba Conejo, pero no sabía aventar las pelotitas. Lo que hacía el Conejo era ponerse a gatas para que el Pinacate se trepara encima de él, pues así era más fácil que los automovilistas vieran al Pinacate cuando aventaba las pelotitas.
Yo quería preguntar más cosas, pero entonces el Mochilas le dijo al Pinacate que se diera prisa en terminar de pintarse la cara. El Pinacate hizo lo que le ordenaron y al rato se fue de ahí en compañía del Conejo. O sea: iban a la esquina donde el semáforo tarda mucho con la luz roja.
Los demás niños platicaban muy poco, y ni siquiera me preguntaron que quién era yo o de dónde venía. Algunos solamente se me quedaban viendo, otros decían cosas que yo no entendía. Y no sé por qué, pero me empezó a dar más miedo.
Después de un rato el Mochilas empezó a fumar y luego le pasó el cigarro al niño que estaba junto. Éste nomás le dio una chupada al cigarro y se lo pasó al siguiente. Y los demás hicieron lo mismo, hasta que el cigarro me llegó a mí. Entonces yo también le di una chupada, pero me dio muchísima tos. Algunos empezaron a reírse de mí, mientras que otros me miraban como si quisieran preguntarme algo. Pero no me preguntaron nada, lo único que hicieron fue quitarme el cigarro.
También tenían una bolsa de plástico, la cual tenía algo dentro; algo que olía parecido a como huelen los talleres donde pintan carros. Pero yo no tuve mucho tiempo para oler, porque en ese momento llegó corriendo el Pinacate, diciendo que el Conejo había palmado. O sea: él estaba diciendo que el Conejo estaba muerto, y entonces todos salieron corriendo.
Yo fui el último en llegar, pero también alcancé a ver al Conejo que estaba ahí en el pavimento, sin moverse y todo lleno de sangre. Pero no me quise acercar mucho, porque empecé a sentir algo muy raro. O sea: como si quisiera vomitar. ¿Pero que vomitaba, si no había comido nada?
El Pinacate tampoco se le acercó mucho. Tal vez porque no quería que los demás se dieran cuenta de que estaba llorando. Aunque no se le notaba mucho, porque las lágrimas parecían como si fueran parte de la pintura que tenía en la cara.
Entonces me dieron muchas ganas de salir corriendo. Y eso fue lo que hice: corrí y corrí sin detenerme para nada.
Nunca volví a ver a todos esos niños. O bueno: si los he vuelto a ver, pero solamente en sueños. Y cuando esto sucede, siempre me despierto respirando fuerte y como si tuviera mucho frío.
Un día iba yo por otra calle que no conocia, cuando empezó a llover mucho. Entonces me metí a una vecindad. Y desde entonces he vivido ahí.
Primero me quedé en la vivienda número 8, en la cual vivía una señora muy viejita, la cual me dijo que yo le recordaba a un nieto que había tenido.
A esta viejita del 8 le temblaban muchísimo las manos, por lo cual no podía hacer muchas cosas. Por eso yo la ayudaba.
Pero ella decía siempre: "Dios tendrá que hacerme el milagro de que alguna vez me dejen de temblar las manos."
Hasta que un día llegué a la vivienda y me di cuenta de que ya no le temblaban las manos; y toda ella estaba quietecita, quietecita.
Creo que la enterraron al día siguiente.
Pero poco después llegó otra persona a ocupar la vivienda número 8, por lo que yo me tuve que salir de ahí. Sin embargo, como ya tenía muchos amigos en la vecindad, un día me invitaban a quedarme a dormir en una casa y otro día en otra. Y así hasta la fecha. Porque no es cierto eso de que yo vivo dentro de un barril, como han dicho algunos. Lo que pasa es que yo me meto al barril cuando no quiero que los demás se den cuenta que estoy llorando. Y también cuando yo no tengo ganas de ver a los demás. O cuando tengo muchas cosas en qué pensar.
De todas maneras la gente ya se había acostumbrado a llamarme El Chavo del Ocho, y así es como me siguen llamando.
No pienso cambiar,
aunque me lo pidas.
No pienso cambiar,
y sé que está mal.
No pienso cambiar,
aunque así lo quieras.


No pienso cambiar,
no pienso cambiar,
no pienso cambiar.







La gente me señala, me apunta con el dedo, susurra a mis espaldas y a mí me importa un bledo. ¿Qué más me da si soy distinta a ellos? no soy de nadie, no tengo dueño. Yo sé que me critican, me consta que me odian. La envidia les corroe, mi vida les agobia. ¿Por qué será? Yo no tengo la culpa, mi circunstancia les insulta. Mi destino es el que yo decido, el que yo elijo para mí. ¿A quién le importa lo que yo haga?¿a quién le importa lo que yo diga? Yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré. Quizás la culpa es mía por no seguir las normas. Ya es demasiado tarde para cambiar ahora. Me mantendré firme en mis convicciones, reportaré mis posiciones. Mi destino es el que yo decido, el que yo elijo para mí. ¿A quién le importa lo que yo haga?¿a quién le importa lo que yo diga? Yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré. ¿A quién le importa lo que yo haga?¿a quién le importa lo que yo diga? Yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré.

martes, 23 de diciembre de 2008


Querido amado,

¿
estás escuchando?

no puedo recordar ni una palabra de lo que estabas diciendo.

¿Somos nosotros dementes o soy yo el trastornado?

el espacio que hay entre loco e inseguro.

Oh terapia,

¿podrías tú, por favor, llenar el vacío?

¿estoy atrasado o solo lleno de alegría?

Nadie es perfecto y yo me encuentro acusado por falta de un mundo mejor,


y ésta es mi mejor excusa.

sábado, 13 de diciembre de 2008


Si seremos hermanos
que nos separaron
y nosotros sin saberlo
nos volvimos a juntar.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Somebody f*ck me!

lunes, 8 de diciembre de 2008

El amor
cuando no muere
mata.

Amores que matan

nunca mueren.





Que me dice que me quiere, que vivir sin mí no puede, que lo agobian los momentos en que no estoy junto a él. Que siempre me había esperado, que era a quien había soñado, la que su mamá quería pa' que fuera su mujer. Que mis ojos son estrellas, que mi risa es la más bella, que todos mis atributos son perfectos para él. Que si fuera un retroactista y que si fuera un buen artista, yo sería su Mona Lisa y hasta un tango de Gardel. Quiero que tú sepas que tú no eres para mí, siempre supe pero no hice caso. Que ni se te ocurra aparecer por aquí con tus enredos y cuentos baratos. Quiero que tú sepas que yo no soy para ti, siempre supe pero no hice caso. Que ni se me ocurra estar de nuevo junto a ti, mi corazón no aguanta más fracasos. Que tome, que la luna, que yo soy como ninguna, que parezco una doncella de esas que hay que proteger. Que sus vicios ha dejado, que su sueldo le ha aumentado, que me promete la vida que yo debo merecer. Quiero que tú sepas que tú no eres para mí, siempre supe pero no hice caso. Que ni se te ocurra aparecer por aquí con tus enredos y cuentos baratos. Quiero que tú sepas que yo no soy para ti, siempre supe pero no hice caso. Que ni se me ocurra estar de nuevo junto a ti, mi corazón no aguanta más fracasos. Y yo, que tanto me decía que no me convenías, que eras mi destrucción. Y siempre yo, tratando de dejarte, tu día ya llegó. Quiero que tú sepas que tú no eres para mí, siempre supe pero no hice caso. Que ni se te ocurra aparecer por aquí con tus enredos y cuentos baratos. Quiero que tú sepas que yo no soy para ti, siempre supe pero no hice caso. Que ni se me ocurra estar de nuevo junto a ti, mi corazón no aguanta más fracasos.



¿Y de qué vale que me llores ahora?¿de qué sirve que te arrepientas? lo sucedido ya no tiene remedio, no quiero volver atrás. El pasado me está matando, no sé lo que me está pasando. Quiero olvidarte, lo estoy intentando; quiero sacarte de mi corazón. ¿Y de qué vale que me llores ahora?¿de qué sirve que te arrepientas? lo sucedido ya no tiene remedio, no quiero volver atrás. Y ya no quiero, no, me rompiste el alma. Me dejabas sola en las noches en mi cama, y yo ignorando que con otra te acostabas, pasaron segundos, minutos, días y semanas. Que yo sin ti, ahogada en esta soledad, con ganas de quitarme la vida, ¿de qué vale que me mire la herida? Yo sin ti, soy feliz, sé que puedo resistir. Ya no regreses a mí, déjame vivir. ¿Y de qué vale que me llores ahora?¿de qué sirve que te arrepientas? lo sucedido ya no tiene remedio, no quiero volver atrás.

jueves, 20 de noviembre de 2008


Y no hay nada de malo en mí, así es como se supone que tengo que ser; en un tierra de hacer creer que no cree en mí.



Sí, claro que estoy llorando, ¿o es que acaso esperabas que hiciera una fiesta como

despedida? y aplaudir que te vas, destrozando mi vida, o que al irte me vaya corriendo a la Iglesia a pedirle a Dios que te bendiga. No, no podré perdonarte, a pesar que te amo con toda mi alma me obligas a odiarte. Hoy te ríes de y no te duele dejarme, pero vas a volver a buscarme y te advierto que voy a vengarme. Vas a besar el suelo, por Dios, te lo juro. Vendrás a pedirme perdón y lo dudo. Y mendigarás por un beso a mis labios, tus piel rogará que la toquen mis manos. Sé que voy a gozar cuando vengas llorando, y voy a burlarme de verte arrastrando. Te arrepentirás de haberme conocido porque hoy me declaro tu peor enemigo. Y lo que te mereces por abandonarme es que al volver te mande

A CHILLAR A OTRA PARTE.


sábado, 15 de noviembre de 2008











¿por qué te fuiste si no te fallé?

lunes, 3 de noviembre de 2008

No quiero estar sin ti. Si tú no estás aquí me sobra el aire. No quiero estar así. Si tú no estás la gente se hace nadie. Si tú no estás aquí no sé qué diablos hago amándote. Si tu no estás aquí sabrás, que Dios no va a entender por qué te vas. No quiero estar sin ti. Si tú no estás aquí me falta el sueño. No quiero andar así. Latiendo un corazón de amor sin dueño. Si tú no estás aquí no sé qué diablos hago amándote. Si tu no estás aquí sabrás, que Dios no va a entender por qué te vas. Derramaré mis sueños si algún día no te tengo. Lo más grande se hará lo más pequeño. Pasearé en un cielo sin estrellas esta vez, tratando de entender quién hizo un infierno el paraíso. No te vayas nunca porque no puedo estar sin ti, si tú no estás aquí me quema el aire. Si tú no estás aquí no sé qué diablos hago amándote. Si tu no estás aquí sabrás, que Dios no va a entender por qué te vas.
Gracias
por reírte
de las dos,


Basura.

Amigo.

viernes, 31 de octubre de 2008

Que no te puedo separar de mí, que no te puedo olvidar, no sé. Yo necesito que estés junto a mí. Eres tú lo mejor de mi ser.
Procura
no mirarme
más.




Y no sabrás de qué te perderás.
Dime por favor dónde estás, desde que te fuiste ee 8-), no encuentro una solución para ver la luz otra vez. No entiendo en qué te fallé, ¿cuánto tiempo debo esperar? solo dame una razón para poderte olvidar. Eres tú el que domina mi cuerpo mi mente y mi alma, solo tú, el que supo enseñarme como amar en la cama. Es que eres tú el que pasa por mis venas, ya no aguanto esta condena de esperarte y no sé si volverás. Solo tú, el que perturba mi mente y siempre está presente, y que no puedo olvdidar. Lo único que hago es recordar las veces que pasamos, lo mucho que nos acariciamos tú y yo, es que yo te amo.










Amor,
sabes que me estoy mueriendo de dolor.
Desde que te fuiste he perdido el control,
pero eso no quiere decir
que seas el dueño de mí.
Oh no, quiero que sepas que no vuelvo por ti;
aunque se me haga difícil vivir.
Ahora serás tú el que llorarás por.





Ya no quiero tu amor, cometí un grave error;

estar contigo solo fue una ilusión.

Ya no quiero tu amor, cometí un grave error;
lo siento nene ya te saqué de mi corazón.


Quizás sea por eso
que cada vez que te veo y me ves
me tenés a tus pies.
Cuando no me acuerdo
vos siempre te me aparecés
y después te vas.
Dentro de tus ojos veo un lago donde un hada se desnuda para que la adore el sol.
La melancolía de la tarde me ha ganado el corazón y se nubla de dudas.
Son esos momentos en que uno se pone a reflexionar,
y alumbra una tormenta.
Todo es tan tranquilo que el silencio anuncia el ruidio
de la calma que antecede al huracán.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Yo no soy quién para hablar mal de nadie pero
Osvaldo era:

Un irrespetuoso
Un increíble hijo de puta
Un ignorante mentiroso
Un avaro y malcriado
Un jodido hincha pelotas
Un estúpido, un tarado
Un sorete mal cagado
Drogadicto y maricón.
Osvaldo era:

Un inoportuno
Tan feo como la mierda
Medio gil, medio boludo
Inconstante, insolente
Un corrupto malicioso
Una bosta indecente
Un creído fastidioso
Un deficiente mental.



Osvaldo era:

Un vago perezoso
Un injerto intolerable
Un abusador
Un flojo
Imperfecto en todos lados
Un ser tan desagradable
Insoportable, tacaño
Pasa a ser imperdonable
Altanero, estafador.

Menos mal que no lo conocí, agradezco nunca haberlo visto, ni haberme cruzado con él, ni haber oído hablar de él y de su forma de ser.
Yo solo sé que
Osvaldo era:

Un arrogante sucio
Un inmoral incurable
Un rencoroso indeseable
Para nada razonable
Un inexpresivo infame
Irresponsable, indignante
Indisciplinado, inepto
Indiscreto, incumplidor.

Y qué pasa si somos así, y capaz que no nos damos cuenta. No permitas que hablen mal de mí. Aunque todos diferentes sean, cantamos igual.