lunes, 20 de octubre de 2008

Esta vez seguro que hago mía tu respuesta. Fuiste el primero en hacer cosas como estas. Me has hecho sentir realmente mal. Y supongo que yo te hice sentir igual. No me das tiempo para recorrer el laberinto de tu vanidad. Casi podríamos llevarnos bien, como si fuera una necesidad. En el momento justo en que te abrís, como a propósito no quiero entrar, y cuando me abro yo, te comportás horrible. ¿Qué será, qué será? será lo que Dios disponga para mí, ¿qué será? para vos, ¿qué será? por los dos, que el cielo nos corresponda. Es tan evidente que te gusta que te atiendan. Es tan increíblemente aguda tu destreza. Esa que te lleva a ser el alma de la fiesta. Debe ser la búsqueda de afecto. Ahora dejame decirte que en ese campo yo me puedo dar. Pero ante todo deberás saber que si me atacas me lastimarás. Fue tan extraño lo que nos pasó, y sin embargo ahora estamos aquí, reclamándonos qué, poniéndonos a prueba. ¿Qué será, qué será? será lo que Dios disponga para mí, ¿qué será? para vos, ¿qué será? por los dos, que el cielo nos corresponda. Y lo de anoche ya no me lo hagás, has agitado la maldad en mí. Debemos relajarnos de aquí en más; de otra manera no podré vivir. Yo te prometo que te escucho más, asegurá que no me criticás. Tratémonos mejor, es lo que recomiendo. ¿Qué será, qué será? será lo que Dios disponga para mí, ¿qué será? para vos, ¿qué será? por los dos, que el cielo nos corresponda.

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